Como hemos mencionado en múltiples ocasiones, la palabra
religión viene del latín religare que
significa re-ligar, de nuevo ligar, unir. Todos somos seres espirituales, almas
eternas, que vivimos una experiencia física, humana. Todos somos Seres Humanos,
que debemos re-ligar, volver a ligar, volver a unir, desde nuestra actual
condición humana, con nuestra natural condición espiritual.
Todos somos religión.
Cada uno de los 7.000 millones de Seres Humanos, que
conformamos la Humanidad, experimenta el mundo de una manera diferente y por
consiguiente, tiene una visión y una verdad, que le permite desarrollar su
propia conciencia. Sin embargo, hay dos condiciones que son iguales para todos:
la condición espiritual y la condición humana.
La dimensión mental, es el puente entre la dimensión
espiritual y la dimensión física.
Cuando se habla de dimensión en términos físicos, se
habla de grados de libertad. La primera dimensión (1D) solo tiene un espacio
infinito lineal, es decir, es una línea infinita. La 2D tiene un espacio
infinito de un plano, tiene libertad para desplazarnos en un ancho y largo infinitos. La 3D nos brinda la
libertad de desplazarnos en un espacio infinito que tiene ancho, largo y
altura. La 4D nos permite vivir en una libertad infinita de espacios tridimensionales,
creados por la mente, en simultaneidad de tiempos. Tú estás leyendo estas
reflexiones, pero a la vez, te estás imaginando lo que lees y además, puedes
estar pensando otras cosas. Vives la realidad del espacio-tiempo en donde miras
la pantalla del PC, y tu mente, te lleva a imaginar otras cosas, relacionadas o
no, con lo que estás leyendo, en forma simultánea. La mente te permite estar
libre, viviendo otras realidades, aún si estuvieras preso. Y así,
sucesivamente, vamos entrando en realidades paralelas, a nuestra realidad
física, hasta experimentar realidades espirituales, que solo el alma, tiene
plena consciencia de ellas.
El alma es el Yo Superior que mora en nuestro cuerpo
físico pero es libre como el espíritu.
Nuestro ego, es el Yo Inferior que mora en nuestro
cuerpo físico y que nos esclaviza solo de lo que vemos. Un invidente, aunque
tenga limitaciones en su desplazamiento físico, puede ser más libre que un
vidente, dado que los ojos de la mente, lo llevan a vivir realidades diferentes
a las nuestras, aún en medio de nosotros. Los invidentes sueñan, y en ellos ven
personas y viven realidades, y eso es prueba, de que en realidad somos almas
eternas, que hemos vivido otras realidades y que están almacenadas en el
recuerdo de nuestra mente.
Por lo tanto, nadie puede llegar a la experiencia
espiritual con prácticas o rituales meramente físicos. Solo es posible,
alcanzar la dimensión espiritual y aprender la Sabiduría que en ella reina, a
través del dominio y la experiencia mental. Invitamos a que las iglesias de
todo tipo de religiones tradicionales, sean templos de meditación. El Maestro
Jesucristo, en el sermón del monte, nos enseñó como orar y era a través de la
meditación, dado que nos sugiere que ni hablemos, porque Dios sabe que hay en
nuestro corazón.
El que quiera ser libre, deberá vivir la experiencia
del viaje mental hacia las dimensiones espirituales y conocerá la verdad, que
lo mantendrá libre, aún, en la dimensión física.
El Creador de todo lo que vemos y no vemos es Amor.
En la experiencia espiritual, la comunicación que
vamos experimentando, nos debe conducir hacia el Amor, y por eso, todas las experiencias
espirituales que nos hablan de entidades que invitan a dañar, a matar, son
entidades en la que prevalece la experiencia del temor, que es contraria al
Amor. Dios, jamás te dirá que te mates o que mates o hagas daño a otro o a ti
mismo.
Almas eternas somos y entidades espirituales hay por
doquier y ninguna se escapa a la ley de vibración universal que nos indica que
las energías afines se atraen. Solo hay dos emociones: amor y temor. Si tenemos
el hábito de practicar el temor, a través de nuestros miedos e inseguridades, a
través de creernos separados de la dimensión espiritual y de unos y otros; si
practicamos el mal, la codicia, la mentira, atraemos a nuestra experiencia
espiritual, entidades que practican el mal. Y escucharemos voces que nos
señalan el mal. Por eso, San Pablo, nos enseñó que la lucha no era contra carne
y sangre, sino, contra huestes espirituales de maldad.
Por eso, el principio de la Sabiduría es el Amor a
Dios y Jesucristo vino con un nuevo mensaje de libertad, de que solo prevalece
la ley suprema de amar a Dios con todas tus fuerzas, mente y corazón y a tu
prójimo como a ti mismo.
El orden secular que se promueve en el mundo, aparta
de nuestra condición humana, nuestra condición natural espiritual y de ahí la
falta de amor y ética que se vive. Matar en el nombre de Dios, es una mentira
practicada por los humanos. Debemos trascender esta práctica y aprender
Sabiduría. La Sabiduría es el tornillo que le hace falta a la Humanidad para
salir de la demencia y enfermedad mental y con ella, tendremos la solución a
todos nuestros problemas. Debemos empezar por cada uno de nosotros mismos. Si
aprendemos Sabiduría a través de nuestras experiencias espirituales,
ordenaremos el caos de nuestras vidas personales.
La mejor experiencia espiritual es la meditación. La
meditación es el enfoque sostenido, en forma natural, en algo. Puedes estar
haciendo lo que sea, y te invito a que medites en tu respiración y poco a poco,
te relajarás. Con esta práctica, inicias un nuevo hábito que te facilita
meditar en estados más profundos de la mente, cuando lo practicas en un recinto
cerrado y ojala privado, íntimo. Cierra los ojos, medita en tu respiración,
experimentarás la relajación y poco a poco, entras en estados de conciencia que
te llevarán a la experiencia espiritual. Ten fe y no tengas miedo, y así, solo
así, el Dios Amor te llevará por caminos de Sabiduría y al regresar, ponlos en
práctica en tu vida humana. No te condenes si erras en tu proceder humano
contigo y con tu prójimo, sigue meditando, sigue amando y poco a poco serás en
forma consciente un nuevo Ser Humano, en donde el espíritu mora en su interior,
siendo su propia religión.
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