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domingo, 15 de julio de 2012

TODOS SOMOS RELIGIÓN


Como hemos mencionado en múltiples ocasiones, la palabra religión viene del latín religare que significa re-ligar, de nuevo ligar, unir. Todos somos seres espirituales, almas eternas, que vivimos una experiencia física, humana. Todos somos Seres Humanos, que debemos re-ligar, volver a ligar, volver a unir, desde nuestra actual condición humana, con nuestra natural condición espiritual.
Todos somos religión.
Cada uno de los 7.000 millones de Seres Humanos, que conformamos la Humanidad, experimenta el mundo de una manera diferente y por consiguiente, tiene una visión y una verdad, que le permite desarrollar su propia conciencia. Sin embargo, hay dos condiciones que son iguales para todos: la condición espiritual y la condición humana.
La dimensión mental, es el puente entre la dimensión espiritual y la dimensión física.
Cuando se habla de dimensión en términos físicos, se habla de grados de libertad. La primera dimensión (1D) solo tiene un espacio infinito lineal, es decir, es una línea infinita. La 2D tiene un espacio infinito de un plano, tiene libertad para desplazarnos en un ancho  y largo infinitos. La 3D nos brinda la libertad de desplazarnos en un espacio infinito que tiene ancho, largo y altura. La 4D nos permite vivir en una libertad infinita de espacios tridimensionales, creados por la mente, en simultaneidad de tiempos. Tú estás leyendo estas reflexiones, pero a la vez, te estás imaginando lo que lees y además, puedes estar pensando otras cosas. Vives la realidad del espacio-tiempo en donde miras la pantalla del PC, y tu mente, te lleva a imaginar otras cosas, relacionadas o no, con lo que estás leyendo, en forma simultánea. La mente te permite estar libre, viviendo otras realidades, aún si estuvieras preso. Y así, sucesivamente, vamos entrando en realidades paralelas, a nuestra realidad física, hasta experimentar realidades espirituales, que solo el alma, tiene plena consciencia de ellas.
El alma es el Yo Superior que mora en nuestro cuerpo físico pero es libre como el espíritu.
Nuestro ego, es el Yo Inferior que mora en nuestro cuerpo físico y que nos esclaviza solo de lo que vemos. Un invidente, aunque tenga limitaciones en su desplazamiento físico, puede ser más libre que un vidente, dado que los ojos de la mente, lo llevan a vivir realidades diferentes a las nuestras, aún en medio de nosotros. Los invidentes sueñan, y en ellos ven personas y viven realidades, y eso es prueba, de que en realidad somos almas eternas, que hemos vivido otras realidades y que están almacenadas en el recuerdo de nuestra mente.
Por lo tanto, nadie puede llegar a la experiencia espiritual con prácticas o rituales meramente físicos. Solo es posible, alcanzar la dimensión espiritual y aprender la Sabiduría que en ella reina, a través del dominio y la experiencia mental. Invitamos a que las iglesias de todo tipo de religiones tradicionales, sean templos de meditación. El Maestro Jesucristo, en el sermón del monte, nos enseñó como orar y era a través de la meditación, dado que nos sugiere que ni hablemos, porque Dios sabe que hay en nuestro corazón.
El que quiera ser libre, deberá vivir la experiencia del viaje mental hacia las dimensiones espirituales y conocerá la verdad, que lo mantendrá libre, aún, en la dimensión física.
El Creador de todo lo que vemos y no vemos es Amor.
En la experiencia espiritual, la comunicación que vamos experimentando, nos debe conducir hacia el Amor, y por eso, todas las experiencias espirituales que nos hablan de entidades que invitan a dañar, a matar, son entidades en la que prevalece la experiencia del temor, que es contraria al Amor. Dios, jamás te dirá que te mates o que mates o hagas daño a otro o a ti mismo.
Almas eternas somos y entidades espirituales hay por doquier y ninguna se escapa a la ley de vibración universal que nos indica que las energías afines se atraen. Solo hay dos emociones: amor y temor. Si tenemos el hábito de practicar el temor, a través de nuestros miedos e inseguridades, a través de creernos separados de la dimensión espiritual y de unos y otros; si practicamos el mal, la codicia, la mentira, atraemos a nuestra experiencia espiritual, entidades que practican el mal. Y escucharemos voces que nos señalan el mal. Por eso, San Pablo, nos enseñó que la lucha no era contra carne y sangre, sino, contra huestes espirituales de maldad.
Por eso, el principio de la Sabiduría es el Amor a Dios y Jesucristo vino con un nuevo mensaje de libertad, de que solo prevalece la ley suprema de amar a Dios con todas tus fuerzas, mente y corazón y a tu prójimo como a ti mismo.
El orden secular que se promueve en el mundo, aparta de nuestra condición humana, nuestra condición natural espiritual y de ahí la falta de amor y ética que se vive. Matar en el nombre de Dios, es una mentira practicada por los humanos. Debemos trascender esta práctica y aprender Sabiduría. La Sabiduría es el tornillo que le hace falta a la Humanidad para salir de la demencia y enfermedad mental y con ella, tendremos la solución a todos nuestros problemas. Debemos empezar por cada uno de nosotros mismos. Si aprendemos Sabiduría a través de nuestras experiencias espirituales, ordenaremos el caos de nuestras vidas personales.
La mejor experiencia espiritual es la meditación. La meditación es el enfoque sostenido, en forma natural, en algo. Puedes estar haciendo lo que sea, y te invito a que medites en tu respiración y poco a poco, te relajarás. Con esta práctica, inicias un nuevo hábito que te facilita meditar en estados más profundos de la mente, cuando lo practicas en un recinto cerrado y ojala privado, íntimo. Cierra los ojos, medita en tu respiración, experimentarás la relajación y poco a poco, entras en estados de conciencia que te llevarán a la experiencia espiritual. Ten fe y no tengas miedo, y así, solo así, el Dios Amor te llevará por caminos de Sabiduría y al regresar, ponlos en práctica en tu vida humana. No te condenes si erras en tu proceder humano contigo y con tu prójimo, sigue meditando, sigue amando y poco a poco serás en forma consciente un nuevo Ser Humano, en donde el espíritu mora en su interior, siendo su propia religión.